domingo, 20 de septiembre de 2009

ESTAMBUL (Parte I): UN PUENTE ENTRE DOS CONTINENTES




La ciudad de Estambul ha tenido varios nombres y ha ocupado durante muchos siglos un lugar importante en la historia (capital del Imperio Romano de Oriente, Imperio Bizantino e Imperio Otomano), sin embargo en la actualidad su papel ha quedado en un lugar secundario excepto en dos aspectos: el comercial y el sociocultural. De momento nos centraremos en el segundo, ya que será Capital Europea de la Cultura en 2010.



Imagen de losviajeros.com

Ubicada ente la Península de Anatolia (Asia) y Tracia (Europa), separada por el estrecho del Bósforo, que une el Mar Negro y el Mediterráneo a través del Mar del Mármara, se extiende en la actualidad por las dos orillas y a su vez queda partida en su zona europea por el estuario del río Haliç (el famoso Cuerno de Oro). Como consecuencia de esta privilegiada situación se convirtió desde muy pronto en encrucijada del comercio entre Asia y Europa.




El auge de la ciudad de Bizancio, que ya existía desde el s. VII a.C., comenzó con el emperador romano Constantino el Grande, que en el año 330 d.C. reformó y amplió la ciudad que ocupaba la península formada por el Haliç y el Mármara y le dio su propio nombre: Constantinopla, dotándola de importantes infraestructuras y edificios, grandes palacios, embelleciéndola a costa de otras ciudades, haciendo trasladar columnas, estatuas, obeliscos egipcios….




Sin embargo, ya desde esos primeros tiempos se caracterizó por su importancia cultural, no sólo a causa de su monumentalidad, puesto que en ella se fundó la primera universidad (330), que pese a ser reformada posteriormente por los sultanes otomanos, ha continuado hasta nuestros tiempos. Recibió un buen número de judíos sefarditas expulsados de España en 1492 y ha sido centro de fusión de las culturas europeas, otomanas e islámicas durante siglos.




También tuvo una gran influencia en el aspecto religioso, ya que se convirtió en uno de los principales centros del cristianismo casi desde sus orígenes y en especial desde convertirse en religión oficial del Imperio Bizantino, donde el Patriarca de Constantinopla (Bizancio) hacía sombra al mismísimo Papa de Roma, de lo cual dan fe un buen número de iglesias (destacando Santa Sofía). Esta dualidad acabó desembocando en el cisma de 1054, y dando origen a la Iglesia Ortodoxa cristiana, mayoritaria en el Este de Europa.




Tras la conquista por los turcos de la ciudad en 1453 el cristianismo, aunque no desapareció por completo en la renombrada Estambul, fue sustituido por el Islam, las iglesias convertidas en mezquitas y el Patriarca por el Sultán. Sin embargo, este hecho procuró un nuevo impulso cultural a la ciudad; los sultanes se esforzaron por mejorar la ciudad levantando grandes complejos religiosos, que también lo eran sociales (disponían de comedores sociales, baños y escuelas), y la poesía, la filosofía y las matemáticas de influencia árabe florecieron en la ciudad, que adquirió su inconfundible imagen de cúpulas y alminares junto al mar.



Sin embargo, tras varios siglos de esplendor, en el siglo XIX se inició un período de decadencia, marcada por el gobierno de sultanes débiles, revueltas nacionalistas y las ambiciones de las potencias europeas, que culminó en la desaparición del Imperio Otomano en 1919 tras la 1ª Guerra Mundial. Este proceso significó en el ámbito cultural una fuerte influencia occidental en la ciudad, que queda reflejada en algunos barrios, como Taksim, y calles como la Istiklal.


El resurgir de Turquía como nuevo estado vino de la mano de un oficial del ejército, Mustfá Kemal Ataturk, que trató de hacer de él un estado moderno, imponiendo el laicismo y una política cultural nacionalista turca; siendo sus medidas más significativas:
  • El abandono del Islam como religión oficial.
  • La sustitución del alfabeto árabe por el latino.
  • Industrialización y tecnificación de la agricultura.
  • Progresiva democratización, aunque bajo la vigilancia de un ejército fuerte, principal garante de las reformas de Ataturk


Manifestación de veteranos (imagen de lanacion.com)
En la actualidad Estambul se ha convertido en un caleidoscopio cultural, donde se funde el carácter mediterráneo, especialmente visible en su gastronomía y la vida de sus calles, con la historia clásica romana y bizantina, la religión islámica y las grandes mezquitas otomanas aderezadas por los cánticos de la llamada a la oración, con la explosión turistas procedentes de todo el mundo para disfrutar de este fantástico cóctel y sus maravillosas puestas de sol.


fotos Juanjo Martínez